Vivir en Lima
No es este tu país
Porque conozcas sus linderos,
Ni por el idioma común
Ni por los nombres
De los muertos.
Es este tu país
Porque si tuvieras que hacerlo
Lo elegirías de nuevo
Para construir aquí
Todos tus sueños
Marco Martos
Cabeller de Berenice (1991)
Vivir en Lima durante 3 semanas
Sí, confieso. Por muy maravilloso que fuese Galápagos, estaba nerviosa por llegar a Lima.
Por varios motivos. Primero, porque llevaba ya 2 semanas intentando huir de una realidad que era que me había quedado sin trabajo, estando lejos de casa. Por otro lado, no tenía ningún compromiso sino un amplísimo abanico de posibilidades ante mí.
Y, Señoras y Señores, os aseguro que la libertad da muchísimo vértigo…
Por ese motivo, cuando llegué a Lima, después estar carcomiéndome por dentro, me derrumbé. De repente, por primera vez, parecía que todo, mi viaje, mi sueño había perdido sentido para mí…
Y luego, estaba Julio. Había estado en contacto con aquel chef peruano que había conocido durante mi primera estancia en Perú. Esperaba su ayuda para sacarme los pájaros en la cabeza y por qué no, dejarme llevar…
Último tango en Lima
Para la mayoría de los viajeros que han recorrido a toda velocidad la capital peruana, Lima no tiene nada. Arequipa, con su arquitectura colonial, le hace sombra.
Lima está alejada de los paisajes andinos que tenemos todos en mente al pensar en Perú.
Su malecón es bonito pero sin más. No tiene el patrimonio histórico de Cusco…
¡Las comparaciones pueden ser odiosas!
Sin embargo, hoy en día al escuchar el nombre de Lima, se me ilumina la cara. Fue el escenario de un momento crucial para mí.
Pasé de ser turista a ser más viajera que nunca: decidía alquilarme un apartamento en Miraflores y me quedaría tres semanas. Empezaría también a tomar las riendas de la situación, actualizar mi currículum y mirar ofertas de empleo.
Primero, a Galicia, a España.
Muy pronto, según iban pasando los días, también empecé a buscar trabajos en Lima…
¿Cómo me conquistó Lima?
Perú ya me había conquistado totalmente la primera vez que la visité.
Latinoamérica me había cautivado muchísimo más de lo que esperaba.
De hecho, ahí estaba de vuelta. Tras conocer Colombia y Ecuador ahora, quería ver si mis sentimientos por Perú seguían intactos o todo había sido la mera ilusión de una turista.
¿Vivir en Lima es peligroso?
¿Cómo sería vivir en Perú siendo española?
Tenía mucho por descubrir…
Esta vez no sólo conocería más a Julio, sino también su familia que me abrió los brazos. Siempre les estaré eternamente agradecida.
Había conocido la cocina peruana en todo su esplendor pero ahora descubría sus mercados, sus supermercados y mesones. Experimentaba con nuevos sabores en mi diminuta cocina. Me tiraba horas intentando decidirme por uno de los 3000 tipos de papas y cargaba con quilos de deliciosas frutas tropicales que no volvería a comer en Europa…
Iba al cine, me llevaban a conciertos de punk y hacía nuevos amigos. Podía pasarme toda la tarde disfrutando de los gatos y del ambiente de la Plaza Kennedy o incluso había tiempo para ir a su exposición anual de arte contemporáneo, el Art Lima.
Los fines de semana eran para ir de compras al centro comercial de Larcomar o por las calles peatonales «Jirón» entre la Plaza Mayor y la Plaza San Martín.
Al fin, visitaba el centro de Lima que conserva sus aires señoriales pero también me pasaba el día apretujada en los combis para perderme en barrios más desconocidos como El Agustino, Rimac o el Surquillo.
Perú ya no sólo era el asombroso mundo inca sino un sinfín de etnias de las que nunca había oído hablar como los Chavins, los Pukara, los Huari, los Chancay, los Chimú…
Lima me mostraba sus mejores secretos en el Museo Larco o el Museo Antropológico.
¡Pero también hubo tiempo para jugar a las «guiris» haciendo el bonito tour nocturno y divirtiéndome con el Circuito Mágico del Agua, cosa que no había tenido tiempo de hacer durante mi primera visita!
Lima, una capital difícil de conocer
Perú vivió momentos duros durante el pasado y al igual que lo está haciendo ahora Colombia, los superó y sigue luchando contra ello con fuerza y determinación.
Esos mismos sentimientos que sentí durante mis tres semanas en el epicentro de su país, Lima. La capital no es ni más ni menos peligrosa que cualquier otra gran ciudad del planeta. Hay que saber moverse, aprender sus reglas.
Desde luego, jamás hubiese creído que me pasase por la cabeza quedarme.
Es una ciudad difícil de conocer pero su vibrante complejidad atrapa.
Perú me parecía una tierra perfecta para nuevos desafíos, nuevas oportunidades. Un lugar en el que hubiese podido quizás cumplir sueños románticos pero probablemente no era el momento…
El plazo fijado llegó a su fin.
Dicen que cuando lo echas a suertes, y la moneda está en el aire, es cuando realmente te das cuenta de qué es lo que deseabas.
Tras tres semanas, aunque ya más serena gracias a las pequeñas rutinas cotidianas (aunque pueda parecer una locura, tras 3 meses de viaje, echaba de menos cocinar, fregar los platos, hacer la cama y poner una colada) seguía sintiéndome perdida.
Mi corazón se quería quedar en Lima pero los motivos no fueron suficientes para cambiar tan radicalmente mi vida.
Debía seguir con mi camino y seguir buscando trabajo…