¿Es necesario viajar para ser feliz?

Para muchos, viajar sirve para escapar de la realidad, pero, ¿qué ocurre si las circunstancias no te permiten hacerlo? Hoy publico una pequeña reflexión dedicada a todos aquellos que no dejaron de preguntar estos meses si me sentía mal por no poder viajar. ¿Es realmente necesario viajar para ser feliz?

La moda de viajar



Estos últimos años, parece que si no viajas, no molas. Como he comentado muchas veces, yo nací viajando y simplemente, con el tiempo, me di cuenta de que estar en movimiento me proporcionaba la sensación de estar más viva, de que la vida no me arrastraba con su rutina y así no me convertiría en un robot (p*** sociedad capitalista). En definitiva, viajar me hace feliz.

Sin embargo, soy consciente de que no a todo el mundo tiene por qué gustarle. A mí hace mucho que los objetos materiales no me aportan nada (de hecho, estoy obsesionada con no tener en mi casa ningún objeto al que no les dé uso), pero puedo entender que a otra gente sí le genera satisfacción poseer, tener algo suyo. Para mí, el dinero sólo mide la dimensión de experiencias únicas. Cien euros es la “medida razonable” de un vuelo nacional ida y vuelta, sesenta euros es una gran inversión para una excursión de un día a cualquier lugar, tener dos euros en tu bolsillo puede ser lo más maravilloso del mundo para poder degustar un exótico trozo de tarta… Y los recuerdos. ¡Ay, esas emociones! Creo que duplican el valor de lo gastado a diferencia de lo material que sólo genera placer a corto plazo y pierde todo su valor con el paso del tiempo…

¿Quiere decir eso que si no te gusta viajar, eres raro? En absoluto, tienes todo el derecho a que te gusten otras cosas. Al igual que no tienes por qué estar todo el tiempo feliz aunque, últimamente, las redes sociales parecen querer meternos esta idea por los ojos todo el rato. Obviamente a todos nos gusta compartir lo bonito (y no andar aireando nuestras miserias en general), al igual que a uno no le gusta salir bien guapo en las fotos. Es totalmente comprensible. Pero, esto no significa que todos tengamos nuestros momentos oscuros (y tengas alguna instantánea que esperas que jamás vea la luz).

¿Se puede ser feliz sin viajar?



Durante los tiempos de confinamiento fueron muchos los que me escribieron para compadecerse de mí. ¡Qué sufrimiento que una viajera no pudiese viajar! Pues sorprendentemente, no ha sido en absoluto mi caso. Quizás porque El Viaje de mi Vida es mucho más que el simple movimiento. Este blog de viajes que empecé hace ahora ya 8 años, ha sido la búsqueda de mi bienestar, de sentirme plena, motivo de orgullo a nivel personal (tenga o no tenga lectores/followers). Durante los últimos 4 meses, no me moví de mi casa y este viaje interior ha sido muy bonito. Me tocó vivirlo sola. Viajar sola tal y como llevo ahora haciéndolo 10 años. Ha sido un camino diario en el que la tranquilidad del momento me permitió abrirme a otros caminos inexplorados, como cuando puedes permitirte viajar más lento.

Varios estudios dicen que viajar es la clave de la felicidad. Internet está llena de frases que hablan de las bondades de viajar y se pone a hacer comparaciones absurdas (con tener familia o sexo. ¿En serio, se pueden medir dentro de una misma escala?), pero al igual que en Instagram estas apreciaciones resultan totalmente vacías y sólo buscan darles respuestas rápidas a usuarios despistados (todo por un clickbait).

Al detenerse el tiempo durante nuestro “encierro”, ocurrieron pequeñas cosas idénticas a cuando viajo:

Aprendí (a hacer pan, a coser, empecé a estudiar portugués) y luché contra la monotonía intentando ser creativa (esa sensación del eterno “Día de la marmota”…)

Acepté mi situación y traté de mantener mi mente tranquila (al fin y al cabo, no nos mandaron a ninguna guerra. Traté de poner los miedos y ansiedades de lado. El practicar yoga a diario fue de mucha ayuda para evitar comeduras de olla innecesarias.). Tratar de ser fuerte ante una situación inesperada permite ganar confianza en uno mismo para la siguiente que se presente.

Aproveché la tranquilidad para mimar mi cuerpo, cocinar más (y disfrutar de la comida sin prisas).

Intenté dar (ayudar a quién lo necesitase) y compartir dentro de la medida de lo posible. Y es que, en momentos así, siempre es bonito recordar quienes son las auténticas personas pilares de tu vida, conectar más con tus seres queridos, empatizar con todos aquellos que se encuentran en tu misma situación. Esto te llena de buenas vibraciones. Incluso inicié nuevas amistades que también permitieron mantener una cierta chispa durante el día a día al suponer una novedad.

Di las gracias todos los días por ser tan afortunada por mi situación privilegiada, a apreciar lo que tenía en mi casa y relativizar mis problemas. Sí, estamos viviendo una pandemia mundial y, por suerte, la mayoría de mi entorno sigue manteniéndose sano y vivo, tenemos un lugar en el que estar, podemos seguir las simples pautas de higiene que nos han dado las autoridades, etc.

Aproveche el tiempo “libre” del que disponía para volver a aprender a viajar mentalmente. ¡Hacía años que tenía lectura acumulada! De películas y series, ni hablar… También aproveché para reordenar recuerdos, deleitarme en ellos y volver a sentir afortunada por lo vivido.

💡 Quizás también te interese este post sobre Cómo viajar sin viajar

Esas cosas tan sencillas están al alcance de cualquiera. Sí, las puedes encontrar en los viajes, pero no únicamente en ellos como puedes ver. La sensación de libertad que te proporciona echarte una mochila al hombro no descarta que existan muchas otras situaciones que puedan ofrecerte grandes satisfacciones. No todos somos iguales, pero creo que lo enumerado tiene infinitas aplicaciones. No te dejes condicionar por los demás y no te dejes llevar por falsas expectativas. A mi generación le ha tocado vivir una infinita incertidumbre. Así que lo que tenga que venir, será (¡Ya sé que esto puede que te parezca misión imposible pero hay que intentarlo!).

No todo el mundo puede viajar y por mucho que nos guste, no es una necesidad básica. Sí, tengo ganas de volver a la carretera, pero, vivir y disfrutar de las pequeñas cosas sigue siendo mi máxima prioridad y, para eso, poco importa el escenario que me rodee. Las cosas no siempre salen además como uno quiere y si la situación vuelve a ponerse fea aquí estaré yo para volver a afrontarlo con mi mejor sonrisa y mucha paciencia porque es lo que más falta nos hace…

Deja una respuesta