Excursión de un día a Santa Clara y Cienfuegos

Sandra Candal

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Qué ver y hacer en Santa Clara



El mausoleo del Che

Se trata de un monumento que cobija los restos de Ernesto Che Guevara y 29 revolucionarios que murieron en 1967 en Bolivia intentando impulsar allí el movimiento revolucionario.

Hay un museo dedicado a su vida.

Se eligió Santa Clara ya que la ciudad fue tomada por el Che durante la Revolución Cubana obligando al dictador Batista a huir.

El mausoleo es realmente muy sencillo (no se puede sacar fotos en su interior) y la tumba del Che no deja de ser una totalmente igual a la de sus compañeros, allí también enterrados juntos a él, si no fuera por las flores…

Al lado hay un pequeño museo dedicado a él con muchos de objetos personales. Abierto de 8h a 21h.

El Parque del Tren Blindado

Uno de los momentos más fatídicos de la Revolución Cubana fue cuando los jóvenes revolucionarios lograron descarrilar ese tren.

Esto supuso el fin de la dictadura de Batista y el comienzo de una nueva era.

Qué ver y hacer en Cienfuegos



Se puede visitar los imprescindibles de la ciudad en medio día aunque sí me hubiese finalmente gustado quedarme más tiempo.

El malecón de Cienfuegos

Posee unas casas coloniales coloridas y muy bonitas con vistas a la Bahía me encantó.

Uno de los más notorio es el Hotel Estatal «Palacio Azul».

El parque José Martí

El Parque José Martí es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad.

Allí podrás ver el Teatro Tomas Terry, Catedral «Purísima Concepción» y la estatua del creador del Partido Revolucionario Cubano, José Martí

El Jardín Botánico de Cienfuegos

Creado en el s. XIX y con 97 hectáreas, es Patrimonio de la Humanidad ya que tiene varias especies únicas de la época de su fundación.

Se encuentra a 15 km de Cienfuegos.

Aquí podrás encontrar más información en la página oficial de Turismo de Cienfuegos.

Excursión a Santa Clara y Cienfuegos: Diarios de viaje



Llegó el momento de la verdad. Tras un buen descanso, tocaba levantar la sábana y echarle un vistazo al tobillo. Parecía que la hinchazón había bajado algo y no sentía molestias.

Toda coja me despedí de mis amables anfitriones y me despedía de Viñales y sus mogotes.

Me esperaban 5 horas y media de viaje de camino a Trinidad pero, una vez más, al hacerlo en coche compartido, fue bastante cómodo y lo mejor es que conocí a otra viajera solitaria como yo: Virginie.

Nos caímos tan bien que nos volvimos a partir de ese momento inseparables. ¿Quién dijo que viajar sola fuera aburrido? 😉

De camino a Trinidad había encontrado milagrosamente una farmacia que vendía tobilleras así que aunque sentía mi pie más “protegido”, aún tenía mis dudas de hasta cuánto podría aguantar…

Como auténticas profesionales, mi compi y yo nos fuimos a regatear al acabar de cenar un nuevo coche compartido para el día siguiente. Al final optamos por recorrer Santa Clara (a tan solo 2 horas) y Cienfuegos (a una hora y media de Santa Clara) para volver a la noche a Trinidad (a una hora).

Parecía poco tiempo para visitar ambas ciudades a paso de tortuga pero nos convencieron de que Santa Clara no tenía más que mausoleo del Che.

Efectivamente, al llegar aquella mañana a Santa Clara, la ciudad no nos pareció gran cosa desde el coche. Confieso que como friki del Che, después de haber leído tanta historia cubana durante mi adolescencia, tantas biografías sobre él, esta visita me emocionó por primera vez a través de Silvio, nos quedaría el resto del día para descubrir Cienfuegos.

Esta vez, nuestro taxista nos dejaría en el mismo centro para que pudiésemos ir a nuestro aire (o eso creímos entenderle porque cuando volvimos, estaba inquieto porque quería enseñarnos la ciudad en coche, jejeje). El centro urbano de Cienfuegos, con numerosos edificios neoclásicos muy coloridos, es Patrimonio de la Humanidad. Despacito y tras algún que otro quebradero de cabeza con los cajeros automáticos cubanos, llegamos hasta el Malecón. Hacía muchísimo calor y con cada paso veía como mi tobillo hinchaba más y más así que cuando se nos ofreció un bicitaxi, ¡no dudamos en probarlo! 🙂

Hicimos muy bien porque aunque no lo pareciese, el Malecón de Cienfuegos – además de muy diferente al de la Habana, mide unos cuántos kilómetros y posee un montón de mansiones impresionantes. Fue un paseo de aproximadamente una hora muy agradable. Nuestro «biciclero» nos llevaría hasta Punta Gorda y nos llevaría de vuelta al centro dónde andaba nuestro taxista loco buscándonos.

Volví a casa satisfecha. Quizás me costaría unos CUC más el “ir a la pata coja” pero, desde luego, no me importaba porque era la ocasión perfecta para seguir interactuando con gente cubana e intentar aguantar con mi «esguince» hasta el final del viaje…

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