Mi viaje y recomendaciones para viajar a Kom Ombo y Edfu

Sandra Candal

Volvimos al barco y dejamos atrás Asuán y Abu Simbel.

Nuestra próxima parada sería Kom Ombo y Edfu.

Como el día había sido muy relajado y ya estaba recuperada del susto de la mañana anterior, Hossam me propuso (ya que dispondríamos de dos horas antes de cenar) hacer la visita del templo de noche.

Qué ver en Edfu y Kom Ombo



El Templo de Kom Ombo

Este templo se construyó en el s. I a.C. y se caracteriza por tener una forma bastante inusual: la mitad sur estaba dedicada al dios Sobek, mientras que la mitad norte a Horus.

Además es muy interesante porque en su interior podemos encontrarnos grabados sobre los métodos médicos e incluso instrumentos quirúrgicos utilizados en la época.

El Templo de Horus

Se terminó la construcción de este templo en el s. I a.C.  y está dedicado a Horus-Apolo.

Sus dimensiones son bastante impresionantes.

Posee una llamativa fachada formada por pilonos.

En la entrada podemos encontrarnos con la estatua de un halcón, representación de ese dios del cielo, la guerra y la caza. 

Mi viaje a Kom Ombo y Edfu: Diarios de viaje



La verdad es que fue genial porque la iluminación es una auténtica pasada. Todo resulta aún más mágico, misterioso y… ¡tan romántico!

El templo de Kom Ombo se encuentra pegado al Nilo y resulta muy interesante porque es totalmente simétrico. La razón es que en realidad no son uno sino dos templos dedicados a dos dioses diferentes: Sobek, representado por un cocodrilo y Haroeris (antiguo Horus), representado por el halcón.

Otro detalle curioso de este templo es que en él existen numerosos grabados en los que se representa el material quirúrgico de la época e incluso una escena de un parto. ¡Cómo ha podido nuestro conocimiento volver luego tan hacia atrás!

La complicidad con Hossam, después de un día tan completo, se empezó a hacer cada vez más notoria. Cuando llegó la hora de cenar me vi sola de nuevo en el barco junto a las hordas de alemanes famélicos que asaltaban el buffet. Sin comerlo ni beberlo los dos guías egipcios hispanohablantes me invitaban a su mesa junto a una nueva señora argentina que se unía a nosotros. ¡Ya éramos una pandillita!

Esa noche para relajar el ambiente en el crucero se organizó una fiesta “Danza del vientre” en que pasaría más vergüenza ajena viendo a los demás que otra cosa. ¡Y es que aunque tengamos poca gracia, los latinos al menos sabemos movernos!

A la mañana siguiente empezamos con la visita al templo de Edfu. Este templo me resultó impresionante por su buen estado de conservación (gracias a que estuvo años sepultado por la arena del desierto). Nada más verlo a lo lejos, el pilono con sus enormes grabados es imponente y la entrada al patio quita el aliento y te introduce de lleno en aquella época que debió de ser realmente fascinante. El interior, plagado de columnas totalmente grabadas y con tenues restos de pintura de varios colores, resultaba impactante. Las manchas oscuras del techo dejando entrever que muchas personas con antorchas pasaron por allí.

Tras un breve descanso para comer, por la tarde, el barco siguió su recorrido hacia Lúxor. Pasamos por la esclusa de Esna (construcción que logra que los barcos se adapten a un desnivel de 8 metros al paso por una presa) y pudimos ir apreciando cómo poco a poco los paísajes empezaban a cambiar. Veníamos del Sur dónde la vida era más tranquila y la naturaleza más verde y salvaje. El Norte empezaba a mostrarnos la otra cara de la moneda: más construcciones y también más gente intentando ganarse la vida cómo podían con los turistas. Aún recuerdo a un niño que subido a una barquita de manera que nos lanzaba al crucero toallas para intentar venderlas…

Intentando matar las horas muertas de tránsito, decidí subir a la cubierta con todos los demás guiris y relajarme un rato en la piscina. Estuve luego un buen rato observando aquellos paisajes en silencio. Realmente me di cuenta que la experiencia del crucero por el Nilo (que siempre me había echado atrás), en el caso de Egipto tiene todo el sentido del mundo. Sólo hay vida – desde hace siglos – alrededor de él. Todo más allá es desierto. Navegar por este río me parece la mejor forma de ver el país.

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