Mi viaje y recomendaciones para viajar a Praga

Sandra Candal

Después de un primer fin de semana en el País Vasco, 4 días por el Carnaval de Venecia

Tenía que seguir poniéndomelo más difícil, ¿No?

Siempre le había tenido muchas ganas a las tres grandes capitales del Este de Europa – Praga, Budapest y Viena – así que preparé mi ruta a consciencia…

Qué ver en Praga: Mis Imprescindibles



Barrio de Mala Strana

Praga es pequeñita y en el barrio Mala Strana os encontraré con todo aquello con lo que habéis soñado.

Es un lugar idílico. Edificios con carácter, casitas de colores con encanto, calles adoquinadas, coches de caballos, el río Moldava (casi igual de romántico que el río Sena en París) y el imponente Puente Carlos con sus estatuas barrocas…

¡Esto no deja indiferente a nadie, os lo puedo asegurar! ¡Romanticismo asegurado!

Barrio de Staré Mesto

La Plaza de la Ciudad Vieja parece sacada de un cuento de hadas.

Los torreones medievales, los colores y el ambiente festivo que allí se respira debido a los puestos callejeros y los turistas por allí paseando sin parar tanto de día como de noche…

Agradable y envolvente, diría yo.

El bonito Reloj Astronómico es la principal atracción y, por desgracia, cuando fui estaba en reparación. ¡Ya tengo una excusa para volver!

El distrito del Castillo

Tras cruzar el Puente Carlos, la otra orilla tampoco os defraudará.

El Castillo de Praga, antigua residencia de los reyes de Bohemia, es uno de los castillos antiguos más grandes del mundo.

Junto a él se encuentran la Catedral de San Vito, el Monasterio de Strahov (hoy museo con una impresionante biblioteca barroca) y el Palacio Sterberg (galería nacional de arte europeo).

Paseo a lo largo del río Moldava y La Casa Danzante

Praga, en mi humilde opinión, está perfectamente diseñada para el turista.

A unos pasos del centro histórico, todo lo largo de la Plaza de Wenceslao encontraréis todo tipo de tiendas para satisfacer vuestro instinto consumista.

El barrio nuevo, Nové Mesto, no tiene nada demasiado reseñable pero si lo recorréis todo lo largo del río Moldava aún tiene su gracia.

Al llegar al Puente de Jirásek os encontraréis con el emblemático edificio de Frank Gehry, la Casa Danzante (bautizado originalmente como «Fred y Ginger» por Fred Astaire y Ginger Rogers :D)

Puede que durante el paseo, necesitéis hacer un pequeño descanso.

Os recomiendo una cervecita en U Fleku. ¡No os arrepentiréis! 😉

El Barrio de judío

El barrio de Josefov nació durante la Edad Media.

El barrio judío se integró al resto de la ciudad a mediados del siglo XIX.

Hay 6 sinagogas: la Alta, Española, Klausen, Maisel, Pinkas y Vieja-Nueva.

Además otra de las visitas recomendables es el cementerio judío.

Cementerio judío Praga
Cementerio judío de Praga

Excursiones a las afueras de Praga



Kutna hora y el osario de Sedlec

Praga se recorre perfectamente en un par de días así que si tenéis más tiempo, no dudéis con desplazaros hasta Kutna Hora (a una hora de la capital).

Este pueblecito adoquinado en la República Checa profunda (que descubrí gracias a los consejos de mi Couchsurfer) está lleno de encanto (¡por algo fue declarado Patrimonio de la Humanidad!).

Destaca la imponente Iglesia de Santa Bárbara de estilo gótico bohemio – hasta el punto de preguntarse a quién se le ocurrió construir tremendo templo  en un sitio tan remoto).

Esta pequeña capilla de Sedlec se encuentra a las afueras de Kutna Hora (se puede llegar en bus hasta allí). Contiene unos 40 000 esqueletos.

En el s. XIX el tallista František Rint fue el encargado el «reordenar» los huesos que se habían acumulado y ese es resultado que tenemos a la vista.

Bello y a la vez que muy macabro.

Mi viaje a Praga: Diarios de Viaje



Me puse a estudiar un poquitín de geografía. Encontré un vuelo Ryanair que conectaba Londres con Brno, segunda ciudad más importante de la República Checa y a tan sólo una hora. La cosa pintaba bien: 7 días recorrer las 3 ciudades. Encontrar a un Couchsurfer en Brno fue relativamente fácil.

Tras dos vuelos con una escala en Londres bastante razonable, el viaje salió como previsto. Mi «host» Adrienne era una chica canadiense que había acabado en la República Checa por amor. Me avisó que contrariamente a lo que pensaba Brno, no tenía gran cosa que ver, así que como apenas tenía equipaje (sólo mi maletita rosa), me propuso enseñarme los lugares más emblemáticos del centro en un par de horas… ¡y fue más que suficiente! Nos fuimos a cenar a casa con su novio y, tras el chasco que me había llevado con esta ciudad, le pedí consejos sobre qué lugares visitar. Me avisó que Praga, aunque preciosa, era bastante pequeña. Tomé nota de más lugares (muchos de ellos aún pendientes para otros viajes) y tras una agradable velada, nos fuimos todos a la cama.

A la mañana siguiente, estaba impaciente por empezar ya en serio mi aventura. La primera sorpresa fue tener que coger el tranvía sola. Adrienne había sacado el billete para mí la primera vez y había que pagar…¡En función del tiempo que se estaba en el tranvía! Un sistema fantástico si no eres de allí, jajaja. Llegué hasta la estación de autobús sin problema y me monté a un bus extremadamente cómodo con baño, conexión wifi… ¡e incluso nos dieron con un pequeño desayuno! Busqué un hostal al lado de la mismísima estación, enganché un mapa…¡y a caminar!

En apenas 15 min estaba en pleno centro y sí, ¡Praga es una ciudad de postal! No podía dejar de sonreír al adentrarme en su bonita Stare Mesto (Ciudad vieja), el barrio de Malá Strana, el Puente Carlos y el distrito de los Castillos. El tiempo acompañada lo que hacía que todo resplandeciese aún más y pareciese un cuento de hadas…Visité también la Sinagoga Vieja (mi primera vez en una) y me pareció fascinante, sobre todo la parte del cementerio judío. A media tarde, por recomendación de Patricia, fui a hacer un descansito a la taberna U Fleku y la verdad es que, aparte de que su cerveza negra casera me pareció deliciosa, el ambientazo con músicos tocando en directo fue de lo más divertido. Eso sí, prescindí del chupito de regalo de después de la cerveza por miedo a no ser capaz de volver al hostal. 😛

Adrienne tenía razón, Praga se recorría en una patada y aún más si te gusta pasear cómo me pasa a mí. Al anochecer, las luces de la ciudad la volvieron aún más romántica y junto al Moldava en un pequeño bar al aire libre, cené como una reina mientras escuchaba a un chico muy talentoso haciendo versiones de pop y rock actuales.

A la mañana siguiente, decidí seguir los consejos de mi Couchsurfer y como estaba al ladito de la estación de bus me fui hasta Kutna Hora, a una hora de la ciudad. Al poco me encontraba en un pueblecito encantador perdido en la República Checa profunda e intentando encontrar alguna taquilla para dejar mi maleta. Desde la oficina de turismo, me mandaron a una estación de tren que parecía abandonada. Pocos turistas había. A pesar de darle al inglés, francés, alemán y español, me vi dibujándole a la señora de la estación una maleta en un trozo de papel. Salió de su mostrador, cogió mi maleta, la metió en un cuarto, cerró con llave, me dio un trozo de papel escrito a boli…y recé para que me la devolviese después, jajaja.

La plaza mayor, el colegio jesuita, la casa de piedra, la espectacular iglesia de Santa Bárbara… ¡No daba crédito que aquel pueblo perdido fuera tan bonito! Tras recorrerme toda la mañana sus callejuelas adoquinadas, intenté comunicarme con los autónomos (que sólo hablaban checo) y conseguí coger un bus hasta la Capilla funeraria de Todos los Santos de Sedlec, a apenas 10 min del centro. Desde luego, mereció la pena. El espectáculo con el que me encontraría me dejó sin palabras, un lugar dónde se entremezclan la belleza y la muerte; el esplendor de lo macabro te deja desorientado…

Volví a la estación de tren, recuperé mi maleta rosa. Pasó un tren y le pregunté a mi “amiga” de la estación: “Praha???”. Asintió con la cabeza, me subí al destartalado tren… y empecé a notar como todos me miraban. Cuando pasó la interventora me confirmó que ese no era el tren y muy amablemente se bajó conmigo en medio de la nada. Esperamos a que el tren para Praga pasase en el sentido contrario y me acompañó para que no me perdiese, jajaja.

A mi llegada fui a informarme y me decidí por un tren nocturno para que las 8 horas de trayecto hacia Budapest fueran más llevaderas…Por la tarde, fui a despedirme de Praga: volví al centro, me recorrí toda la zona comercial (la avenida Pařížská,  la céntrica calle Na Prikope – desde la Plaza de Wenceslao hasta la Plaza de la República) y finalmente me di un último paso todo lo largo del río, por la Nové Město (Ciudad Nueva) hasta llegar a la Casa Danzante de Frank Gehry…

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