Mi viaje y recomendaciones para viajar a Agra

Sandra Candal

Tras visitar Jaipur, seguimos nuestra ruta hacia Agra.

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Qué ver en Agra



 

Taj Mahal

¿Quién no conoce el Taj Mahal?

Se trata de uno de los monumentos más famosos del mundo y Patrimonio de la Humanidad pero muchos ignoran que se trata simplemente de un mausoleo.

El edificio principal combina arquitecturas islámicas, persas e indias.

El recinto está amurallado y rodeado por preciosos jardines.

El color del mármol va cambiando con la luz así que se recomienda visitarlo al amanecer o atardecer para disfrutar aún más de su belleza.

En el interior se encuentran los dos féretros de los famosos Shah Jahan (el emperador) y su esposa favorita Arjumand Bano Begum (por la que mandó construir el Taj Mahal), rodeados de biombos dentro de una sencilla sala blanca.

Tumba de Akbar
Tumba de Akbar
Cazadores de tesoros en Malaca, Malasia

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Fuerte de Agra o Fuerte Rojo

Se encuentra a 2,5 km del Taj Mahal junto al río Yamuna.

Fue construido en el s. XVI.

Es una de las fortalezas más importantes de la India ya que en ella vivieron varios emperadores mongoles.

Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah

Llamado comúnmente el “pequeño Taj”, se trata de un pequeño mausoleo del Imperio mongo.

Construido en el s. XVII también se encuentra junto al río.

Tumba de Akbar

Esta tumba del s. XVII es otra de las obras maestras de la arquitectura mongol a unos 8 km de Agra.

Cazadores de tesoros en Malaca, Malasia

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Qué ver a las afueras de Agra



Fatehpur Sikri

Fatehpur Sikri, una ciudad construida en el s. XVI en medio de la nada por un emperador mogol y totalmente abandonada 14 años después de su construcción.

Me pareció una visita imprescindible.

Es un lugar realmente enorme con varios palacios y salas de audiencias, varios pabellones, una mezquita y un recinto funerario.

Está a una hora de Agra. Se encuentra a unos 40 km de Agra.

¡Merece totalmente la pena!

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Gwalior

Esta ciudad se encuentra a 122 km de Agra.

Es conocida por su fortaleza o ciudadela Man Mandir y los palacios de Jai Vilas y Gujari Mahal.

Sin embargo, si decidí realizar una parada allí fue por las llamativas estatuas jainistas que se encuentran esculpidas en la colina de la fortaleza. 

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Orchha (Urchha)

Orchha se encuentra a unos 300 km de Agra (Unas 5 horas).

Dicen que aquel lugar inspiró a Walt Disney para el Libro de la Selva así que ya os podéis hacer una idea…

Templos y palacios perdidos en el medio de la nada, abandonados, derruidos, con una vegetación que lo invade todo…

Esta ciudad palaciega a las orillas del rio Betwa conquistó mi corazón.

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Khajuraho

Khajuraho es famoso por sus 22 templos hinduistas repletos de estatuas eróticas.

Se dice que su intención era instruir el Kamasutra a los más jóvenes.

Hoy son Patrimonio de la Humanidad.

Más que eso, me llamó sobre todo la atención la impactante altura de los mismos y que el lugar estaba lleno de energía.

Por momentos, hacen que te sientas como Indiana Jones al adentrarte en su interior, en penumbra, rodeado de cientos de figuras.

Se encuentra a unos 400 km de Agra (unas 8 horas en coche).

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Dónde dormir en Agra, Orchha y Khajuraho



En Agra dormí en el Crystal Inn (ahora Crystal Retreat) y me pareció simplemente correcto.

La habitación era muy sencilla pero lo mejor fue poder despedirme del Taj Mahal desde la terraza a la mañana siguiente.

La habitación ronda los 20 euros.

Crystal Inn en Agra
Crystal Inn en Agra

En Orchha, Arjun me hospedó nada más y nada más que en un Palacio, el Amar Mahal.

Fue una auténtica pasada.

En Khajuraho, me alojé en el Surya Hotel que está al ladito de los templos.

La habitación estuvo muy correcta por 15 euros por noche para una habitación doble.

El desayuno fue de lo más agradable porque se sirve en su jardincito.

Surya Hotel en Khajuraho
Surya Hotel en Khajuraho
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Mi viaje a Agra: Mis diarios de viaje



Tres horas después de dejar Jaipur, llegábamos a Fatehpur Sikri, visita que Arjun había incluido a última hora en mi recorrido. Vickr me avisó que tendría que caminar durante 15 minutos hasta la entrada, pasar por un pequeño mercado plagado de gente dónde mucha gente se me ofrecería como guía. Aun así me advirtió que, si lo deseaba, era más seguro contratar un guía oficial dentro. Recuerdo que fue realmente duro esquivar a toda aquella gente, pasar entre ellos como un fantasma, sobre todo cuando te encaras por primera vez a gente realmente necesitada. Eso sí, todos fueron respetuoso y realmente nadie me molestó.

Tras la visita, cuando el sol empezó a pegar fuerte, decidimos arrancar hacia Agra con el objetivo de ver el Taj Mahal al atardecer. Como era fin de semana y además había sido festivo, me encontré con un recinto repleto de turistas indios. La visión que se presentó ante mí al entrar, me resultó sobrecogedora y logró sacarme una sonrisa. Aún estaba cayendo el sol así decidí recorrer la enorme explanada de jardines con calma. Cuanto más avanzas, más hermoso y hipnótico parece el edificio. Me llamó la atención que la parte de atrás del edificio dé al río Yamuna. Verlo llegando en barco también que tiene que ser una pasada. Todo me pareció muy de cuento de hadas hasta que se me ocurrió entrar en el edificio y todo se desvaneció porque por dentro resulta muy austero e insulso.

Quise entrar al mausoleo pero la organización era espantosa. Debido a que se aproximaba la hora del cierre, de repente, me empezaron a empujar por todos los lados para poder entrar por la diminuta puerta… ¡Y acabé atrapada en volandas entre la gente! Menos mal que tenía mi kit de supervivencia (¡Gracias, Anita!): abanico, caramelos y agua. Me lo tomé con calma, incluso a reírme de la situación, y me dispuse a intentar volver a alcanzar el suelo. En medio del mogollón vi a una pareja de guiris igual que yo así que, mientras esperábamos, hicimos las presentaciones. Era una pareja americana que, como yo, alucinaba con esta situación tan surrealista. Tras un empujón final, tras 10 minutos de espera en los aires, aterrizamos… ¡donde no había más que 2 mausoleos! XD

Tras esta visita, y comprobar que desgraciadamente el recinto se queda totalmente a oscuras al anochecer, decidí rápidamente irme a descansar al hotel.

Tras unos días de adaptación y de turisteo más tradicional, empecé a conocer la India de una forma diferente. Le había pedido a Arjun que añadiese a mi recorrido la famosa ciudad de Varanasi (Benarés) porque quería ver el río Ganges. Al estar esta ciudad más alejada del Triángulo Dorado (Nueva Delhi, Jaipur y Agra), me recomendó hacer dos paradas por el camino.

No nos detuvimos mucho más en Agra ya que me dijeron que aparte del Taj Mahal no encontraría nada más interesante en aquella ciudad.

Nos fuimos hacia el sur del país para visitar un pueblo llamado Orccha. A medio camino (5 horas de viaje) decidimos parar un momento por Gwalior ya que venía mencionada en mi guía. La ciudad tiene un bonito fuerte sobre una montaña al que decidí no acceder por falta de tiempo y porque, al fin y al cabo, ya había visitado el Fuerte Amber. ¡Lo que sí más me impresionó es que a sus pies, estaban escavadas en la roca unas enormes estatuas budistas!

El paisaje empezó a cambiar radicalmente. Las carreteras dejaron de estar asfaltadas y los paisajes empezaron a volverse más áridos y lunares. Hubo momentos que realmente llegué a pesar que aquello empezaba a parecerse cada vez más a un rally. Incluso me pasó por la cabeza que si pinchábamos una rueda, nadie vendría a rescatarnos por aquellos lares, jajaja.

Al fin llegamos al encantador pueblecito de Orccha. Un vez más, la recomendación de Arjun fue genial. Se respiraba una paz sin igual (apenas había turistas) y empecé a sentirme cada vez más y más a gusto con el entorno. Se trataba de un lugar dónde se vivía como antiguamente, sin estrés. La gente recogiendo sus casas, lavando la ropa en el río, recogiendo leña, los pasteleros preparando dulces para los pocos turistas que pululábamos allí, los niños jugando en la calle, gente meditando

El ambiente no era tan agresivo como el que había vivido – ni de lejos – en Jaipur y Agra. Los pueblerinos nos miraban sonriendo y nos hacían sentir como de casa. La única diferencia es que nosotros nos albergábamos en el antiguo palacio reconvertido en un hotel mientras ellos estaban en sus humildes casitas. Por primera vez me sentí que mal por tener tanto y por el hecho de que ellos se conformasen y viviesen con tan poco. A pesar de ser una habitación de ensueño fue la noche que peor dormí ya que era tan grande que cualquier ruido retumbaba y me asustaba. A la mañana siguiente, antes de irnos, estuve paseando por el río. Volviendo al hotel una niña preciosa, al verme pasar por delante de su casa, se me acercó y me dio la mano como queriéndose marcharse conmigo, jajaja. Al final se había roto del todo la “burbuja” y estaban empezando a “mimetizarme” con el entorno.

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