Excursión de un día a las Islas Palomino

Da igual las veces que os lo repitan.

No acabaréis de creéroslo hasta que lleguéis. Perú no sólo Machu Picchu sino que, además, Perú es un país enorme en el que hay miles de cosas que ver y hacer.

Si tenéis quince días, como nos pasa a la gran mayoría de los mortales, os quedarán muchas cosas en el tintero y habrá que asumirlo.

Sin embargo, como ya comenté anteriormente, los edificios, las cosas que podáis visitar seguirán ahí. Siempre podréis repetir si os ha gustado.

En cambio, para estar dispuesto a vivir ciertas experiencias, hay que estar preparado…

Tras un par de días en buena compañía y disfrutando de la gastronomía peruana, mi siguiente parada iba a ser la Reserva Natural de Paracas, otro de los imprescindibles de todas las guías.

Se encuentra a 4 horas de Lima y evidentemente lo ideal es luego hospedarse en Ica para luego seguir hasta el desierto de Huacachina si uno lo desea…

“¿Qué es lo que quieres ver exactamente?” – Me preguntó Julio.
“Pues no lo sé”, le respondí. “¿Los leones marinos?”
“Pues entonces, relájate y vayamos hasta Islas Palomino que están frente a Lima y allá podrás verlos”.

Y así fue, jejeje. Nos fuimos a coger el ferry en el muelle Callao (y de paso pude ver la Fortaleza Real Felipe y el bonito barrio de La Punta).

Tras coger una pequeña embarcación que nos acercaría a un pequeño ferry, empezaría nuestra travesía de cuatro horas con pastilla contra el mareo incluido para quienes la soliciten.

Una vez más, me alegré de haberle hecho caso a Julio.

Además de ser una excursión más relajada que irme hasta Paracas, no había tantos turistas y me fascinó poder tener una panorámica más amplia de Lima desde el mar. La capital peruana es realmente enorme.

Tras una hora a bordo, nos encontrábamos con la Isla San Lorenzo, sobre la cuál nuestro capitán nos contaría historias de corsarios, sobre Darwin que estuvo allí investigando algunas especies y que hoy es una zona militar.

A continuación, está la Isla el Frontón que fue una antigua cárcel de la que también escuchamos varias anécdotas sangrientas.

Rodearíamos las Islas Cavinzas, llenas de cuevas, hogar de muchas aves de la zona: pelícanos, gaviotas… ¡Y pingüinos!

Fue emocionante visitar a estos animalillos en su hábitat natural… 🙂

Lo que no me esperaba era que, tras ver unos poquitos pingüinos, las Islas Palomino superaría todas mis expectativas.

Cuando llegamos, ¡casi me da algo al ver allí a unos 600 especímenes de lobos marinos que se confundían con las rocas!
El olor a bestia era fuerte y escucharlos saludándonos… ¡Brutal!

Cuando nos propusieron meternos en el agua para nadar cerca de ellos, me pareció buena idea pero una vez te ves en la tesitura… ¡da miedito!

A los voluntarios nos facilitaron unos trajes de neopreno para introducirnos en aquellas aguas gélidas.

Apenas diez de nosotros bajaríamos finalmente para acercarnos aún más.

Tras escuchar las instrucciones del monitor, nos acercábamos a aquellos «bicharracos» quienes se sumergían y salían alrededor de nosotros, observándonos curiosos (¡ojo que no se les puede tocar!).

Nos facilitaron unas gafas de buceo para poder ver también sus «bailes» bajo el agua y fue realmente fascinante.
Tras esa media hora increíble, regresamos a nuestra embarcación con nuestros trajes recubiertos de cangrejos microscópicos y regresábamos a Lima tras ser convidados a unos refrescos y aperitivos (incluidos con la entrada).

Una experiencia de lo más divertida y muy recomendable.

PD: Existen una multitud de empresas que realizan este tipo de excursión todos los días a varias horas. Basta con informarse en cualquier oficina de turismo o en el mismo muelle.

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