Excursión de un día al Cañón del Colca

Valle del Colca en Perú
El Valle del Colca
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Consejos para viajar solo a Perú
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Excursión de un día al Cañón del Colca desde Arequipa



A mi gran pesar, el tiempo no me sobraba y, aunque no me hubiese importado quedarme un día más en Arequipa, en nuestra famosa lista también venía el Valle del Colca que es una excursión de un día.

Tras llegar a un acuerdo con la agencia organizadora del tour, en vez de regresar a la misma ciudad, al finalizar la visita me trasladarían a Puno para hacer ya noche allí.

Me vendrían a recoger a mi hotel muy temprano y la primera parada de la excursión sería el pequeño pueblo de Chivay en el que básicamente sólo pararíamos a desayunar a mi gran pesar (Parecía un pueblecito con encanto 🙁 ).

Haríamos una segunda parada a la mitad del camino para un “pipí de rigor” en un pueblecito en el que nos esperaban un montón de tiendas de souvenirs y risueñas alpacas con las que posar.

No hicimos más paradas y lo que me resultó algo frustrante.

Según íbamos recorriendo el Valle del Colca efectivamente le iba dando la razón a Patricia Schultz.

Los paisajes son realmente sublimes y poder ver miles de años después cómo siguen en pie las miles de terrazas en las que los incas domesticaron la naturaleza para dar paso a la agricultura es algo realmente increíble.

Valle del Colca en Perú
El Valle del Colca

El mirador La Cruz del Cóndor



Tras tres horas de carretera llegaba el momento álgido de la excursión.

Nos encontrábamos en plenos Andes, en el Cañón del Colca, el segundo cañón más profundo del mundo.

A diferencia que el Gran Cañón, éste resulta mucho más vertiginoso al ser angosto.

No pensé que me fuese a impresionar tanto pero todo aquello anonadada.

Recordé por un momento los Alpes Suizos y me dio la risa. Todos los allí presentes, miles de autocares de turistas, parecíamos simples hormiguitas en medio de todo aquello.

Contra todo pronóstico, afortunadamente, ninguno de los pasajeros de mi autobús sintió ningún malestar al llegar a los 3287 metros de altura del Mirador de La Cruz del Cóndor.

Sólo tocaba rezar para que los cóndores efectivamente saliesen a saludarnos. ¡Y así fue!

No uno, sino tres tuve la oportunidad de divisar y fue mágico ver esas aves, que cuentan con unos 15 kilos de peso y unos tres metros de envergadura.

Para completar la visita, haríamos una breve parada con la posibilidad de disfrutar de las aguas termales que se encuentran en el Valle.

Personalmente no me apetecía en aquel momento andar a remojo (para eso prefiero hacerlo en Galicia) pero el entorno me pareció espléndido.

Tras almorzar en un restaurante de buffet para guiris, me despedía del grupo para seguir mi camino como convenido para Puno, unas cinco horas de carretera.

Tras el madrugón la idea era echar una cabezadita de camino pero me fue imposible.

Si el Valle del Colca me había conquistado, la ruta hacia Puno me dejó hipnotizada con sus montañas, ríos, lagos, bosques de piedras…

No podía dejar de tomar fotos desde el bus. Hicimos una breve parada en el Lago Lagunillas (¡qué gran eufemismo!) en el que podríamos ver flamencos rosas a lo lejos.

Llegamos a Puno a la noche como previsto. Otro día bien largo pero que también habría merecido la pena, sin lugar a duda…

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