Mi viaje y recomendaciones para viajar a Cáceres

Sandra Candal

Aquí tenéis mi viaje «movidito» por Cáceres y los lugares que más me gustaron.

Qué ver en Cáceres: Mis Imprescindibles

Realmente todo el casco antiguo de Cáceres es bellísimo y todos los edificios son dignos de reseñar pero aquí tienes los más importantes.

La Torre de Bujaco

Desde la mismísima Plaza Mayor este espectacular edificio es que nos muestra el camino hacia la ciudad monumental.

Esta edificaciones con vestigios árabes y romanos posee añadidos posteriores del s. XVI y XVIII.

La Concatedral de Santa María de Cáceres

Esta iglesia es el monumento más antiguo de la ciudad (s. XIII-s. XVI).

Su estilo es una mezcla de románico y gótico.

El Palacio de los Golfines de Abajo

Al igual que las construcciones mencionadas anteriormente, este palacio es un híbrido de varias épocas.

En este caso, mantiene rasgos de una fortaleza del s. XV pero posteriormente se le añadieron detalles platerescos.

El Arco de la Estrella

Como toda ciudad medieval, Cáceres tenía murallas.

Hoy se mantienen aún en pie el Arco de la Estrella, una de las entradas principales construida en el s. XV.

La Plaza Mayor y el Paseo Cánovas

La Plaza Mayor de Cáceres me fascinó.

No sé si es por su blancura, sus soportales, el ambiente de sus terrazas… o simplemente porque me pareció una puerta de entrada a la ciudad monumental de lo más alucinante.

Saliendo del casco histórico también me gustó mucho el Paseo de Cánovas, una bonita alameda del s. XIX rodeada aún por bonitos edificios de época como el Chalé de los Málaga o el Gran Teatro.

Otras excursiones a las afueras de Cáceres

Mi viaje a Cáceres: Diarios de viaje

¿Sabéis esos días que valdría más no salir de la cama? Pues algo parecido me pasó el segundo día del TBM Plasencia. Después de un primer día fantástico entre bloggers en Plasencia (una ciudad que personalmente me encantó), el segundo teníamos una actividad organizada para descubrir la región. Había muchísimas opciones para descubrir Extremadura y, como bien sabéis, los spas y balnearios son de mi devoción así que cuando vi la excursión a los Baños de Montemayor no tuve ninguna duda.

Allí estaba yo a las 9 con mis compañeros cuando me anuncian que no, ¡no estoy en la lista a pesar de que había recibido la confirmación por email! Llaman y me dicen que hubo probablemente un error.  Bueno, no pasa nada, tengo el día libre y puedo a sumar otro punto del libro de los 1000 sitios: Cáceres. Plasencia apenas está a una hora. Lo había descartado porque tenía la excursión, quizás sea una señal…

Me despido entonces de mis compañeros y como es aún temprano, decido dar un paseo por el paseo fluvial de Plasencia de camino a la estación de bus.

¡Cerrada! La estación abre a las 10 así que allí estoy solita esperando. Llega el momento y toda feliz le pregunto al chico de información por un bus para Cáceres y me dice que no hay ninguna línea el domingo (sólo a la noche). ¡No doy crédito! Busco en Internet si existe alguna opción para ir en tren y sólo hay uno (a las dos de la tarde). ¡No me lo puedo creer! Ir en taxi es un dineral… Tengo el día libre y estoy atrapada en Plasencia que, aunque no me disgusta, me la he recorrido de cabo a rabo el día anterior… ¡Quiero ir a Cáceres, por Dior!

Paseo fluvial de Plasencia
Paseo fluvial de Plasencia

El chico de la estación de bus me ve tan desesperada que me ofrece una opción: pagar el billete a Mérida (me sale un poco más caro pero tiene un precio razonable)  y pedirle al conductor que me deje en la estación de Cáceres. Acepto de inmediato. ¡No hay ninguna otra opción! El bus sale a la una así que, en vista que perderé toda la mañana, decido recoger mi maletita en el albergue donde me quedé la noche anterior ya que no sé aún cómo haré para la vuelta…

Al llegar al albergue descubro… ¡Que he confundido las llaves! Las del albergue están dentro de la maletita y las de mi casa están conmigo y ¡No abren la puerta de entrada! Todos se han ido a sus respectivas excursiones, el dueño del albergue está de comunión en un pueblo de los alrededores y no puede venir a abrirme hasta la noche… No pasa nada, he salido de otras peores como en Hannover, pienso para mis adentros.

Vuelta a la estación de bus y al fin tomo el bus a Mérida. Llegaré a Cáceres, pase lo que pase. Ya se trata de un tema de orgullo. De camino, los paisajes extremeños me parecen fascinantes y tengo cada vez más ganas de planear otro viaje para conocer la región más a fondo.

Por fin, lo he conseguido. Estoy en Cáceres, hace un día muy caluroso. La ciudad está a reventar de gente porque coincide que este fin de semana tuvo lugar el WOMAD. Hay un montón de puestos callejeros, de espectáculos, un ambiente de fiesta genial todo el Paseo de Cánovas. Me alegro de haber venido. Una chica de Blablacar me confirma que me podrá llevar hasta Salamanca por la tarde así que ya me puedo relajar y avisar a mi compañero Joaquín de GaliciaTB (con el que volveré a Santiago esta noche) de que nos vemos allí y a ver si logra él recuperar mi maleta…

Cáceres efectivamente me parece un lugar impresionante. Ha sido duro llegar aquí pero mereció la pena.  Me voy adentrando por la Calle Parras hasta llegar a la espectacular Plaza Mayor que, por un lado, tiene unos blancos y relucientes soportales perfectos dónde resguardarse del calor y, del otro, el Casco Antiguo dónde ya veo impresionantes torreones medievales asomarse. Confieso que pierdo la noción del tiempo fotografiando todas las esquinas, un montón de detalles que me parecen encantadores pero me han dado las 15 de las tarde y el sol pega muy fuerte así que, entre el madrugón, los nervios de por la mañana, llegar y empezar a recorrerlo todo como una loca, noto que necesito urgentemente tomarme un descanso. ¿Pero dónde? Estoy en plena zona turística y me siento agotada como para alejarme.

En un momento de delirio decido hacerle caso al Foursquare (esa maravillosa aplicación móvil que te dice cuáles son los mejores lugares para comer). El programa me indica que hay un sitio excelente a dos pasos de dónde estoy llamado Atrio. Ni corta ni perezosa le hago caso sin fijarme en los detalles y entonces noto que algo raro está pasando… Aparecen tres hombres trajeados que me ayudan con todo, me retiran la mochila y me ofrecen visitar la bodega. Yo estoy tan atontada por el calor, que no entiendo nada y les digo que sí a todo. Entramos en una espectacular bodega de diseño en la que se está fresquito y en la que empiezo a volver en mí después de tanto calor. Es entonces cuando empiezo a darme cuenta que me están enseñando una colección de vinos fuera de lo normal, con botellas de Pétrus y Pomerol de principios del siglo XX (algunos de los Burdeos más caros del planeta), y empiezo a preguntarme dónde me he metido y sobre todo… ¡¿Cómo voy a salir de allí?! No pasa nada, intento mantener la compostura sonriendo todo el rato para disimular. Me invitan entonces en un refinadísimo comedor con apenas 3 comensales y me traen una carta dónde sólo tengo una opción: un menú degustación de 109 euros. Probablemente todos los del Foursquare han alucinado (¡y no me extraña!) con el menú que tienen una pintaza increíble pero es que sólo pensar en tomar 6 platos se me revuelve el estómago. Me duele hacerles el feo y probablemente me merecía un homenaje pero en vista que no tiene nada más en la carta, les pido mil disculpas, quiero pagar mi botella de agua (a la que me invitan) y me retiro discretamente del comedor de uno de los restaurantes más prestigiosos de España tras uno de los momentos incómodos y más frikis de mi vida. XD

Saliendo de allí me encuentro una terracita y tras seguir refrescándome como una loca (sospecho un principio de insolación), finalmente me empieza entrar algo de apetito y acabo comiendo a las cuatro y media de la tarde una ensalada. La gastronomía extremeña queda pendiente para otro viaje… Todo podría quedarse en eso pero de repente me doy cuenta de que me estoy quedando sin batería, que no tengo cargador y que mi batería recargable está descargada. No he conseguido concretar dónde quedar en Salamanca con Joaquín para volver a Galicia… ¿!¿!A ver cómo hago?!?!

Tengo unas cuantas horas por delante para buscar una solución así que sigo callejeando por las mágicas calles del centro y sacando fotos a cada casa, convento, arco, ermita, iglesia, me pierdo por su judería… ¡Qué pena no haber podido llegar antes o poder quedarme más tiempo allí!

Van a ser las 18 y necesito urgentemente un cargador para contactar con Joaquín, pensar en cómo recuperar mi maleta y encontrar el lugar dónde me espera mi Blablacar.

Es domingo, las calles a esas horas y con el calor están vacías y sólo encuentro un entrañable señor mayor con boina. Le pregunto por la dirección por la que busco y tras darme unas indicaciones, empieza a piropearme de lo lindo, a intentar meterme mano y me pide que me vaya con él a su casa ¿Pero esto qué es?  ¡Bomba de humo! ¡Lo que me faltaba! Salgo corriendo y me meto en una cafetería dónde rezo para que puedan prestarme un cargador. ¡Bingo! Consigo cargar algo el móvil hasta que una hora más tarde cierran la cafetería ¡pero al menos he conseguido hablar con Joaquín!

El viaje en Blablacar impecable y, en el último momento, me pueden dejar en Plasencia en vez de Salamanca. Me encuentro a Joaquín por la calle nada más llegar, me encuentro con otros bloggers alojados en mi albergue y logro recuperar mi maleta y, por fin, se acaba uno de los días más largos de mi vida. De camino a Galicia, ya os podéis imaginar, las risas contándole mis aventuras de ese día…

El viaje de regreso aún así se hace largo. Estamos los dos reventados de un fin de semana tan intenso y son 6 horas y media de carretera de regreso a casa. Pasando Puebla de Sanabria decidimos hacer una pequeña parada de descanso.  Vemos una gasolinera y a Joaquín se le ocurre parar justo al lado dónde hay una casa abandonada dónde no hay nada de iluminación. De repente, detrás del edificio con la luz de los faros podemos ver como una silueta sale corriendo y se esconde y sale un perro corriendo tras de ella. ¡¡¡Menudo susto nos acaban de pegar!!! ¡¿Qué hemos visto?! ¡¡¡Esto ha sido igual o más terrorífico que ver la silueta del extraterrestre de la peli “Señales!!! Estamos aún temblando cuando vemos que la silueta sale de nuevo y se está acercando a nosotros. Le pido por favor a Joaquín que arranque, que todo esto me da mala espina y vemos cómo se nos acerca un vagabundo con muy malas pintas. ¡Quiero cerrar las puertas y las ventanillas, volverme a mi casa y que este maldito día se acabe ya (además de querer matar a Joaquín por haber parado allí)! Al final el hombre sólo nos pide que le acerquemos al pueblo de al lado pero, tras el día que he tenido, ya no me fío ni de mi propia sombra con las cosas raras que han pasado.

Llegamos finalmente sanos y salvos a Santiago de madrugada y a pesar de que me quedan ganas de volver a Extremadura y dedicarle más tiempo, siempre recordaré mi día por Cáceres como un cuento de Halloween.

P.D. : Este post no es un relato de ficción. ¡Está basado en hechos reales aunque no lo parezca!

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5 comentarios

  1. Me acuerdo que en el TBM me comentaste que ibas a Cáceres a la aventura, ¡y tanta aventura que fue! Menuda locura de día, días en apuros que se recuerdan para siempre, sumando anécdotas jejj
    Eso sí, Cáceres se merece otra oportunidad, como dices, es una ciudad mágica que merece la pena dedicarle varios días. Así que un poquito más de suerte para la próxima vez ; )

    Un abrazo!

    Nat
    – Volaré Viajando

    1. Era imposible resumir mi día en Cáceres: ¡Se merecía todo un post, jajaja! Pero sobreviví, que es lo importante, y además me quedo con muchas ganas de volver. Gracias por tu comentario 😉

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