Mi viaje y recomendaciones para viajar solo a Múnich

Llevaba varios años posponiendo este viaje, esperando que mis amigos se decidieran…

Tanto oír hablar de la Oktoberfest

Pues como nadie se animó, allá me fui sola (y eso que no me gusta la cerveza!).

Opté de nuevo por couchsurfear pero la mayoría de la gente parecía no hospedar en fechas tan señaladas… hasta que encontré a una familia que no quería a borrachos en casa y se apiadó de mí.

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Centro de Múnich

Mi mayor sorpresa cuando decidí ir a la Oktoberfest con Strabri fue, sin lugar a duda, descubrir la ciudad de Múnich.

Es una ciudad realmente preciosa y no me lo esperaba.

Su centro con las antiguas puertas de la murallas –Karlsplatz y Karlstor –, la calle peatonal de KaufingerstrasseMarienplatz dónde está su ayuntamiento… todo ello me dejó anonadada de lo bonito que es.

A pasos de ahí la imponente y magnífica Catedral de Nuestra Señora y Viktualienmarkt, un mercado de comida, dónde me encontré con un Biergarten con un ambiente más que genial.

Englisher Garten

El precioso “Central Park” de Múnich, el pulmón de la ciudad.

El Englisher Garten es un lugar de lo más agradable para desconectar de todo y dónde podéis ver cómo los autóctonos practican surf en el río y una sorprendente Casa de Té y jardín japoneses

Los Museos de Múnich

A los muniqueses les gustan los museos y estos tres son impresionantes a la par que totalmente diferentes.

Patricia recomendaba la visita al Deutsches Museum y la verdad es que si sois un fan de las ciencias, la ingeniería y las técnicas, este desde luego es vuestro lugar.

El museo es realmente enorme y os encontraréis exposiciones relacionadas con la radio, la astronomía, la minería, la química, la imprenta, el ferrocarril, el petróleo, el vidrio, la informática…¡así para empezar!

Múnich posee además tres Pinakotheke: la “Alte” (Antigua), la “Neue” (Nueva) y la “Moderne” (Moderna). Vamos, que hay obras de todas las épocas y para absolutamente todos los gustos.

La visita a Haus der Kunst no entraba en mis planes pero fue una increíble recomendación de mi anfitronia Couchsurfer, Barbara.

Se trata de un museo de arte contemporáneo pero su edificio posee una apasionante historia detrás: fue el primer edificio de propaganda del Tercer Reich y salón para las recepciones de los oficiales hitlerianos. Curiosamente de los pocos edificios (al estar pegado al Englisher Garten pudo ser camuflado) que sobrevivió a los bombardeos sobre la ciudad.

Disfrutar de la cerveza alemana

Múnich tiene una gran tradición cervecera: la Augustiner, la Hacker-Pschorr, la Hofbräu, la Löwenbräu, la Paulaner y la Spaten-Franziskaner.

¿Alguna duda?

Su fiesta de la cerveza, la Oktoberfest, es de fama mundial y es todo un espectáculo pero si no os coincide viajar en estas fechas podéis igualmente disfrutar de una buena cerveza en cualquiera de los miles de Biergarten que hay (Jardines al aire libre dónde sirven cerveza fresca y comida asada) o en alguna cervecería bárbara con mucho encanto como la Hofbräuhaus.

Excursiones a las afueras de Múnich

El Castillo de Neuschwanstein

Desgraciadamente no pude ir ya que se encontraba en restauración durante mi visita. ¡Lo tengo pendiente!

Visita al campo de concentración de Dachau

El encantador y a la vez estremecedor pueblo de Dachau se encuentra a una hora del centro de Múnich.

El museo memorial y el emplazamiento del antiguo campo de concentración se encuentra alejado del pueblo así que tendréis que coger el autobús hasta allí.

La audioguía resulta imprescindible para entender un poco más del lugar del que apenas queda nada y para poder imaginar los horribles acontecimientos que allí transcurrieron.

Salzburgo

En contraposición, si os apetece algo más alegre, podéis viajar a Austria y visitar la bonita ciudad de Salzburgo, a tan sólo una hora en tren.

Aquí os dejo un post sobre mi visita al lugar de nacimiento de Mozart.

Mi viaje a Múnich: Diarios de viaje



A través de Twitter, descubró cada día más y más bloggers viajeros como yo. Por aquel entonces descubrí a Stabri y enseguida me enamoré de él 🙂

Así que cuando vi que iba a la Oktoberfest ¡de Albacete! no pude menos de invitarle a la Oktoberfest de verdad, la de Múnich. ¡Y aceptó!

Tras recogerlo en Barcelona, allá nos fuimos (Stabri un tanto apretujado en mi maleta Ryanair).

Bárbara y su encantadora familia, mis couchsurfers, vivían a unos 20 min en tren rápido del centro de Múnich en una preciosa casita con jardín.

Nada más aterrizar, millones de personas en la Estación Central hasta el punto de acabar mareada. Los consejos de mis anfitriones para evitar guirilandia serían fundamentales.

Era jueves (¡mejor no esperar que llegase el fin de semana!) y Bárbara me recomendó ir temprano al enorme recinto ferial dónde se montan las carpas y hay un montón de atracciones de feria.

La verdad es que no me imaginaba que fuera así.

Al ir temprano, pude entrar y visitar todas carpas (llegada una hora, un límite de gente, ya no dejan entrar).

La decoración y el ambiente eran increíbles, los guiris ya estaban preparados para beber cerveza sin parar (y eso que apenas eran las 10).

Y sí, efectivamente, a partir de las 12 llegaría una avalancha de gente para comer así que decidí huir de allí enseguida.

Tras probar la Weisswurst (salchicha blanca) y los Brezn (un pan-galleta salado) – recomendados por mi familia adoptiva -, decidí pasear por el centro y descubrí que Munich no sólo era la Oktoberfest sino que era realmente una ciudad encantadora, preciosa para pasear.

Desde la Estación Central, pasando por Karlsplatz y Karlstor, mi compañero de viaje, Stabri, y yo fuimos llegando hasta la preciosa Marienplatz dónde se encuentra el bonito edificio del Ayuntamiento.

Justo al lado, la catedral y Viktualienmarkt, un mercado al aire libre con un ambiente de lo más agradable y festivo: la mayoría de los autóctonos estaban por allí tomándose su cerveza en un Biergarten (cervecería al aire libre) después de salir de trabajar.

Toda la ciudad se involucra muchísimo con las fiestas y es realmente divertido ver a todo el mundo vestido con el traje bávaro por las calles de la ciudad pero si uno se fija bien, es muy fácil distinguir los trajes tradicionales de los ridículos disfraces que llevan los guiris.

Otra gran sorpresa (aparte de descubrir que a los alemanes les encanta hacer nudismo en sus parques, jajaja) fue descubrir el pulmón verde de Múnich, el Englisher Garten, un parque precioso y realmente enorme que me recordó muchísimo a Central Park en Nueva York.

Además tiene la peculiaridad que uno de los ríos que lo cruza tiene olas artificiales dónde muchos surfistas van a practicar.

Al día siguiente, día de museos.

Por la mañana decidí visitar el Deutsches Museum, dedicado a las ciencias y a la tecnología, un museo realmente distinto, instructivo y muy completo.

Aquel día Bárbara se ofrecería a quedar para hacer un pequeño picnic en un Biergarten en Englisher Garten.

El ambiente allí fue igual de genial que el del día anterior en Viktualienmarkt: había una pequeña orquesta tradicional tocando, las jarras de cerveza valían 3 veces menos que en la Oktoberfest y por encima disfrutábamos de sol y la naturaleza (además de hacer muchos amigos gracias a Stabri, jejeje).

A la tarde visitaría la Pinacoteca Antigua (Alte Pinakothek), museo que recoge principalmente obras de la Edad Media hasta de principios del XIX. Durero, Rubens, Van Dyck, Giotto, Leonardo, Rafael, Tiziano, Velázquez, Murillo, Goya: muchos pintores ilustres pero personalmente discrepo con esta elección de Patricia Schulzt, autora de 1000 sitios que ver antes de morir, ya que la colección en general no llamó demasiado mi atención.

Con un último día del que disfruta en Múnich, y tras haberme desilusionado bastante con la Oktoberfest, decidí volver a pedirles opinión a mis anfitriones.

Volví por tercera vez a pasear por mi ya amado Englisher Garten y me dirigí a la Haus der Kunst, un museo realmente impactante y escalofriante por su enorme carga histórica y es que fue el primer edificio de propaganda del Tercer Reich.

Aún se nota un ambiente inquietante en este lugar que ahora es un museo de arte contemporáneo… Durante mi último día, sin planearlo, me metería de lleno en el triste pasado de Alemania.

Por la tarde visitaría el encantador pueblecito de Dachau que a sus afueras escondería un secreto, un lugar estremecedor: uno de los primeros campos de concentración que serviría de modelo al horror que transcurriría en aquellos años.

La visita como os podréis imaginar deja sin palabras…

Un viaje de 4 días de lo más completo como podéis leer, con un poco de todo: ambiente festivo durante la famosa fiesta de la cerveza, noches familiares con mis Couchsurfers, artes (Alte Pinakotek) y ciencias (Deutsches Museum), música clásica (en Salzburgo) e historia (en Dachau). Múnich tiene de todo para gustar y no me lo esperaba 🙂

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