Mi viaje y recomendaciones para viajar a Bilbao

Sandra Candal

Mi primer viaje sola!

Aquí tenéis el relato de esta aventura y los lugares que más me gustaron.

Qué ver en Bilbao: Mis Imprescindibles



El Museo Guggenheim de Bilbao

Puede que no os guste el arte contemporáneo pero, desde luego, el Museo Guggenheim demuestra cómo la arquitectura puede convertirse en el emblema de una ciudad.

Este enorme barco recubierto de escamas no deja indiferente y tanto el floreado Puppy como la aterradora Mamá son dignos de visitar.

A paso también os encontraréis la Universidad de Deusto.

Las exposiciones y el interior me parecieron aún más impresionantes, así que aunque no entendáis de artistas “modernosos”, aunque no seáis amantes de la arquitectura, os recomiendo que cojáis la audioguía del museo que resulta muy interesante ya que os explicarán todos los secretos del edificio y las locuras que se le pasaron a Frank Gehry por la cabeza para diseñar esta peculiar construcción.

El teatro Arriaga y la Ría de Nervión

Se trata de uno de los edificios, para mí, más bonitos de la ciudad.

De estilo neobarroco, se encuentra además a un paso de la Ría de Nervión (o de Bilbao) y la verdad es que la panorámica es preciosa tanto de día como de noche.

No muy lejos también os encontraréis el Ayuntamiento de Bilbao.

Actualmente se está proyectando la construcción de otro proyecto arquitectónico vanguardista ya que a la antigua Casa Consistorial, de estilo afrancesado, se le sumarán dos nuevos edificios. ¡Habrá que verlo! 😉

De tapeo por el Casco Viejo

Al igual que en muchas otras ciudades de la península, el Casco Viejo de Bilbao, conocido también como “Las 7 calles”, todo empedrado, es encantador.

Además es el lugar perfecto para un poco de relax e irse de vinos y pintxos (¡para eso estamos en Euskadi!)

A un paso también tenéis la posibilidad de visitar el bonito Mercado de la Ribera, antiguamente Plaza del Mercado, que ha sido recientemente reformado y se ha convertido ahora en el mayor mercado cubierto de Europa.

De compras por la Gran Vía de Bilbao

Si tenéis ganas de ir de shopping, pasear por la Gran Vía Don Diego López de Haro (Gran Vía) es un plan perfecto ya que se trata de una de las mayores calles comerciales y, de paso, es perfecta para «turistear» algo también ya que os encontraréis con varios edificios peculiares de principios del siglo XX como el Edificio Sota, la Casa Lezama-Leguizamón, el edificio del Hotel Carlton, el Palacio Chavarri y el Palacio de la Diputación Foral.  

Al final de la Gran Vía (en dirección al Casco Viejo) podréis ver también la bonita estación de Tren de Abando con su preciosa vidriera.

Las estaciones de metro diseñadas por Norman Foster

De las cosas que más destacaría de Bilbao, que me llamaron mucho la atención, fue su vitalidad y amor por la modernidad.

Se trata de una ciudad en constante movimiento, con deseos de siempre avanzar.

Si el Guggenheim fue una apuesta arriesgada, Bilbo sigue apostando por la vanguardia sin perder su elegancia.

Las nuevas estaciones «cueva» de Sarriko y San Inazio son prueba de ello.

Mi viaje a Bilbao y San Sebastián: Diarios de viaje



Me llamó un amigo que vivía en Bilbao. Parecía tener problemas así que no lo dudé y me compré un billete de avión para ir a verlo… y dos semanas antes del viaje, me dice que ya no me necesita… ¡Está claro que el concepto de amistad no es el mismo para todos!

Así que sólo había dos opciones: o perdía ese billete de avión ó…¿me iba a Bilbao? No conocía  a nadie allí. ¿Qué iba a hacer yo en Bilbao sola? ¿Sería esto una señal?

Decidí darle la vuelta a tortilla y fue entonces cuando empecé a organizar mi primer viaje sola.

Llevaba años oyendo hablar de una cosa llamada Couchsurfing así que me animé a probar. Los comienzos fueron difíciles. Todas mis solicitudes a chicas residentes en Bilbao eran rechazadas y es que no tenía ninguna referencia. Finalmente un chico llamado Koldo, que me vio muy perdida en esto del Couchsurfing, me contestó amablemente, me dio unos consejos, le empecé a contar mi historia… ¡y se apiadó de mí!

Aún así iba algo miedosa y desconfiada así que para no preocupar a mis padres, mi hermana en Italia quedó avisada de mi paradero. Si me pasaba algo sólo tenía que conectarme a Internet para pedir auxilio, jajaja.

Nada más llegar al aeropuerto, Koldo – que se ofreció a recogerme – estaba ya allí con una motaza así que ya os podéis imaginar qué llegada tan triunfal a Bilbao. Bajar en moto de noche viendo toda la ciudad iluminada fue una pasada. Eso sí, no estaba nerviosa sino lo siguiente por esta situación tan extraña: acaba de aterrizar en una ciudad desconocida, en la que no conocía a nadie y estaba yo, ahí, abrazada a un chico al que acaba de conocer en una moto bajando para su casa con mi mochilita…

El chaval lo notó pero, como él sí que era un experto de Couchsurfing, nada más enseñarme mi bonita habitación con cama de matrimonio (tal y como había visto en las fotos), nos fuimos a tomar unas cañas en el mismísimo casco viejo e hicimos las presentaciones.

Al día siguiente, Koldo me dejó las llaves de casa y quedamos en vernos a la noche para salir. Gracias a su ayuda y consejos, me fui a pasar el día a San Sebastián. Estábamos en pleno mes de noviembre y de repente parece que Donostia me sonrío. San Sebastián es y estaba precioso para mí y tras empezar en la parte vieja, recorrí toda la playa de la Concha, Ondarreta y Zurriolo (la bahía de un extremo al otro) hasta llegar al Peine de los Vientos. Mis discos preferidos sonando en mi Ipod, me sentía a gusto, libre… No podía dejar de caminar y mis pies empezaron a recocerse en mis Doctor Marteens (hacía 21º) así que no me quedó otro remedio que irme de compras, jejeje.

Tras unos buenos pintxos, seguí recorriendo todo el Ensanche y me fui de vuelta a la estación de autobuses caminando todo lo largo del río Urumea.

Llegué a la estación de autobuses de Bilbao al atardecer y decidí volver andando a casa de Koldo, cruzando así todo el Gran Bilbao, pasando al ladito del estadio San Mamés dónde sus hinchas estaban preparándose para el partido.

A la noche llegaba reventada pero animada por volver a reencontrarme en casa con Koldo. Él estaba igual que yo así que tras unas cuantas risas y contarnos las aventuras del día, decidimos quedarnos en casa e irnos a dormir. El domingo por la mañana, ya fresca como una rosa, el buen tiempo del día anterior se había esfumado.

No dejaba de llover por lo que decidí irme directamente al Guggenheim. El museo me resultó abrumador. Desde fuera realmente no deja de ser un edificio de lo más llamativo pero, cuando entras de él, creo que adquiere aún más personalidad. Las exposiciones, al ser una gran desconocida de las nuevas tendencias del arte, básicamente me resultaban curiosas y muchas incluso me causaban carcajada por no entender nada pero cuánto más me adentraba en el museo más me enamoraba su arquitectura. Al entrar en el edificio es cuando descubres toda su complejidad, por qué Frank Gehry se ha hecho tan famoso con esta obra y por qué el Museo Guggenheim se ha convertido en el emblema de la ciudad.

Tras esta visita, pasé por la universidad Deusto, por el bonito teatro Arriaga, por el teatro Campos Elíseos, vi la bonita vidriera de la estación de tren de Abando, recorrí la ciudad vieja y el mercado de la Ribera. Me fui despedir de Koldo ¡y casi pierdo el avión!.

Volví para Galicia encantada por haber superado todos mis miedos. Euskadi me había dejado un muy buen sabor de boca en todos los sentidos: ahora tenía un nuevo amigo en Bilbao, me había encantado haber visitado estas magníficas ciudades durante el fin de semana y viajar sola por primera vez no había estado mal, nada mal…

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9 comentarios

    1. Pues Diana, si te gusta viajar, os recomiendo a ti y a tu futuro marido probar Couchsurfing en serio. A mí me cambio la vida! 😀

    2. Claro que sí! Es una forma genial de conocer a gente autóctona. Yo misma he recibido ya a varias parejas en mi casa en Santiago 🙂

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