Mi viaje y recomendaciones para viajar a Viena

Sandra Candal

Después de haber recuperado fuerzas en Budapest, cogí de nuevo el tren para cerrar el círculo y dirigirme hacia la última capital del recorrido: Viena.

Qué ver en Viena: Mis 5 Imprescindibles



El Barrio de los Museos

A un paso del centro histórico de Viena, se encuentra uno de los recintos culturales más grandes del mundo y eso significa ¡Arte para todos los gustos!

Yo, me enamoré del Museo Leopold (con obras de Egon Schiele y Gustav Klimt) pero también están el Mumok (Museo de Arte Moderno/Fundación Ludwig Wien, el Kunsthalle, los Pabellones E y G para festivales, el Centro de Arquitectura de Viena, el Museo infantil Zoom, el Designforum y el Teatro para niños (que quedan pendientes para otra visita 😉 )

El centro histórico de Viena

No os perdáis los edificiosmás importantes del centro histórico de Viena que están todos a un tiro de piedra los unos de los otros.

En el Palacio Imperial de Hofburg (antigua residencia de la monarquía austriaca dónde hoy reside el presidente.

Se pueden visitar las habitaciones imperiales y allí se encuentra el famoso museo Sísi), la Catedral de San Esteban (Stephansdom, una joya del románico), el Ayuntamiento de Viena (Wiener Rathaus, de estilo gótico y rodeado de un bonito parque), la Iglesia de San Carlos Borromeo (Karlskirche, una obra maestra del barroco), la Ópera de Viena (una de las óperas más importantes del mundo), la calle peatonal Graben, el Parlamento, la Universidad… edificios majestuosos y elegantes que nos muestran todo el carácter y poderío de una de las capitales más importantes de Europa.

Viena es una ciudad muy llana y posee un carril bici por todo el centro así que, si gusta, no dudéis en alquilar una bici para recorrer todos estos lugares más céntricos.

El mercado Naschmarkt y el pabellón de la Secesión

Una muy buena recomendación de mi Couchsurfer y es que este mercado al aire libre tiene una ambiente muy especial, acogedor y multicultural.

No sólo encontraréis allí una gran variedad de productos sino que la mayoría de los puestos poseen su propia terracita perfectas para el “vermú” y tomar los alimentos frescos que allí mismo se venden.

A un paso del mercado podéis ver el Pabellón de la Secesión, un llamativo edificio de estilo modernista austriaco (Jugendstil), cuya planta baja sirve de la sala de exposiciones.

Comerse un buen Schnitzel y relajarse en sus cafés

Uno de los platos estrella de la gastronomía austriaca es el Schnitzel, un escalope de ternera rebozado, que tanto se puede comer en plato acompañado de patatas como en bocadillo. ¡Uno poco de colesterol en vena, nunca viene mal!

Para los más golosos, mantened la calma cuando os encontréis ante impresionantes vitrinas con miles de tartas (siendo la más típica, la Sachertorter).

Los «Kaffeehaus» son toda una institución: elegantes camareros con pajaritas serán los encargados de atenderos y en estos cafés se suelen servir hasta unas 12 variantes de cafés (que con un trocito de tarta siempre pasan mejor). ¡Tanto glamour te hace sentirte de la jet set!

Castillo Belvedere
Castillo Belvedere

Palacio de Belvedere o el Palacio de Schönbrunn

El Palacio de Belvedere, de estilo barroco, está formado por dos edificios unidos por bonitos jardines.

Uno de ellos ha sido convertido en un hotel y el otro en museo con obras de arte del Medievo, del Barroco, de la época Imperial y con una galería con los cuadros más importante de Gustav Klimt como el Beso.

Si nunca había visitado el Palacio de Versalles, no dudéis en ir al Palacio de Schönbrunn y sus bonitos jardines, Patrimonio de la Humanidad, que se encuentran una hora del centro de la ciudad.

Mi viaje a Viena: Diarios de viaje



Esta vez me hospedó Albert, un ingeniero de sonido que vivía en el mismísimo centro de Viena (al lado de la Catedral de San Esteban).

Hice muy buenas migas con sus dos gatas, jeje. Mi Couchsurfer tenía que trabajar así que, tras dejarme las llaves de su casa, me apuntó en una servilleta de papel algunas de las cosas que tenía que hacer para conocer Viena en profundidad.

Algunas de las cosas que hice sin problema fue zamparme un rico Wiener Schnitzel, en un puesto callejero, e ir a desayunar al bonito Kaffeehäuser Café Central (típico café vienés), junto a los retratos de Francisco José y Sissi.

No logré hacer todo de la lista: por falta de tiempo no pude ir a ningún musical (por lo visto, existe amplia oferta de espectáculos de todo tipo en la capital austriaca).

Una de las otras grandes recomendaciones de Albert fue ir al mercado Naschmarkt de comida – junto al curioso edificio de la Secesión.

Este mercado al aire libre tiene una inmensa variedad de productos y lo mejor de todo es que tiene un sinfín de puestos de comidas; se puede almorzar en alguna terracita o simplemente comprar comida para llevar. A día de hoy aún recuerdo el delicioso Kebab que comí allí.

Viena es una ciudad muy llana con calles y avenidas limpias y majestuosas que aún encierra un aire imperial y un tanto altivo (incluso en sus gentes, en los negocios…). Me llamó la atención el nivel de vida tan elevado hasta el punto que me pareció un lugar quizás demasiado «perfecto», pulcro y frío.

Visité, como no, algunos sitios históricos emblemáticos como el Palacio Imperial de Hofburg (¡dónde de repente apareció el Presidente suizo a reunirse con el gobierno austriaco!), pasando por el bonito Ayuntamiento de Viena, el Burgtheater, el Palacio de Belvedere, el bonito parque de Karlskirche…

El tiempo pasó volando y antes la gran oferta artística del Distrito de los Museos, me decanté por el Museo Leopold.

Con esta visita me enamoré aún más si cabe de los pintores autóctonos como Gustav Klimt, Egon Schiele, Carl Moll, Koloman Moser o Oskar Kokoschka entre muchos otros…

Después de una tarde de museos, decidí pasear por lo largo del Danubio hasta la parte más moderna de la ciudad y las famosas casas de Hundertwasser, que me decepcionaron un poco…

Antes de despedirme de la ciudad, a última hora, el cielo se oscureció por lo que decidí visitar la Cripta imperial dónde se encuentran las sepulturas de la tan famosa dinastía de los Habsburgo. Una visita un tanto lúgubre y curiosa, pero después de Kutna Hora

Al regresar me esperaba una larguísima espera en el aeropuerto de Londres, pero, tras una semana completita, estaba tan exhausta que decidí cerrar los ojos, tirar de tarjeta visa e irme a descansar a un hotel de aeropuerto.

Tras descansar como una reina, ya de regreso a España, me di cuenta de que había vuelto a superar la “prueba”. Empecé a preguntarme hasta dónde podían llegar ahora con mis aventuras en solitario…

1 comentario

  1. Una visita muy intensa! El Naschmarkt está genial, ideal para comer algo y para curiosear… Y a mi la Hundertwasserhaus también me decepcionó… Tienes que volver en Navidad, cuando la ciudad está más bonita todavía 😉

Deja una respuesta