Mi viaje y recomendaciones para viajar a Trinidad

Sandra Candal

Qué ver y qué hacer en Trinidad



Trinidad y el Valle de los Ingenios son Patrimonio de la Humanidad así que bien merece la pena tomarse su tiempo para empaparse de ella.

El Palacio del Cantero

El Museo Municipal es un precioso edificio del s. XIX.

En él hay una exposición sobre la historia de la ciudad de Trinidad y su azucarera.

Hay preciosas vistas a la ciudad desde su torre.

El Museo de Arqueología Guamuhaya

Contiene objetos de la época precolombina, de los aborígenes además de objetos de la época colonial.

Se ubica en la Casa de Padrón.

Palacio de los Condes de Casa Brunet

El actual Museo Romántico es una muestra viva de la arquitectura colonial del s. XVIII y XIX y en su interior se exhiben objetos y muebles de esas épocas.

La Casa de la Trova

Es un centro cultural en un edificio del s. XVIII.

En ella suenan día y noche música y más música otorgándole a la plaza Mayor, que está a un paso, un ambiente festivo a todas horas.

La Iglesia de Santa Ana

Esta edificio religioso data del s. XII y está en ruinas de ahí que sea de lo más imponente.

El Convento de San Francisco de Asis

La orden de los franciscanos se asentó en la ciudad de Trinidad ya en el s. XVI pero no fue hasta el s. XIX que se construyó el actual edificio en el que ahora se encuentra el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos, un cuerpo creado por los Revolucionarios para luchar contra sus opositores.

Casa del Alfarero

No dejes de visitar esta interesante tienda con una tradición que se remonta al s. XIX.

Podrás ver cómo se trabajan las piezas totalmente manufacturadas y de paso, llevarte un bonito souvenir de la ciudad.

Excursiones a las afueras de Trinidad



El Valle de los Ingenios

Durante el s. XVIII esa zona estuvo principalmente dedicada a la industria azucarera.

En la actualidad, además de la belleza del lugar por sus paisajes idílicos y su preciosa flora, esta planicie de 250 km2 posee varios emplazamientos arqueológicos, vestigios de aquella industria.

Uno de los monumentos más destacados es la Torre Manaca-Iznaga que data del s. XIX y que servía para vigilar a los esclavos. Se encuentra a 15 km de Trinidad.

Nosotras fuimos hasta el mirador del valle que está a las afueras de de la ciudad, tal y como conté, en calesa. También existe un pequeño tren turístico, una locomotora de 1909 que hace todo un recorrido por el valle.

Playa Ancona

Está a apenas 12 km de Trinidad.

Es una zona estupenda para hacer esnórkel y buceo.

Cuenta también con una importante reserva arqueológica con barcos y galeones hundidos por los corsarios.

Es una playa bastante popular. 

El Parque Natural El Cubano y el Parque Nacional Topes Collantes..

A apenas 4 kilómetros, se encuentra el Parque Natural El Cubano, un entorno perfecto para hacer senderismo y darse un chapuzón en sus pequeñas cascadas cerca de Trinidad.

Si buscáis sensaciones más fuertes, podéis ir hasta el Parque Nacional Topes Collantes que se encuentra ya a 15 kilómetros. De marzo a mayo, unos se puede saltar desde lo alto de su famosa cascada, el Salto de Caburní, con 64 metros de altura.

¡Ánimo, valientes!

Dónde dormir en Trinidad



Mis “abuelos” cubanos, al final, me organizaron todo el viaje sin querer y volví a fiar en ellos.

Me recomendaron otra casa en Trinidad: Casa Martica.

Una vez más, todo un éxito. Casa Martica es una casa colonial espectacular.

Aparte de que fueron dos días geniales en Trinidad, sus dueños fueron muy amables y el servicio que ofrecen fue impecable. Apenas estábamos a unos 10 min del centro neurálgico.

Mi viaje a Trinidad: Diarios de viaje



Tras un día completísimo en Santa Clara y Cienfuegos, le tocaría el turno a Trinidad.

Apenas habíamos ido hasta la Plaza Mayor a disfrutar del ambiente de fiesta por las noches.

Pegada a la Iglesia de la Santísima Trinidad, estaba la Casa de Música dónde todas las noches la gente del pueblo y los turistas se mezclaban a bailar y disfrutar de unos ricos cócteles en las terrazas hasta tarde…

Mi única preocupación seguía siendo mi tobillo. A pesar de la tobillera, el adoquinado de esta ciudad colonial me tenía muy agobiada. ¡Era tan fácil volver a torcer el pie!

Aunque la ciudad era pequeña, en nuestra casa particular, pedimos consejos. En un momento nos dieron la solución: ¡el centro histórico se podía recorrer en calecha tirada por caballos! Tras negociar el precio nos dimos cuenta de que… ¡Trinidad no era tan pequeña como cabría esperar!

Sus calles coloniales recogen el colorido encanto de los pueblos pero ¡tiene una población de casi 75000 habitantes! Virginie y yo estábamos entusiasmadas con haber contratado este servicio porque, lo cierto es que, el bamboleo de la calecha con los adoquines de piedra parecía trasladarnos a otra época. 🙂

Nuestra primera parada fue junto a la vieja estación de ferrocarril dónde aún quedan locomotoras a vapor que siguen en funcionamiento para que los turistas puedan recorrer el Valle de los Ingenios en estas viejas reliquias.

La siguiente parada la haríamos en una tienda de alfarería.

Este tipo de artesanía tradicional ha sido heredada tradiciones anteriores a la llegada de los colonizadores españoles. Su delicadeza me enamoró y una menda, que no suele ser de las de traer souvenirs, acabó con un jarrón en su equipaje…

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