Mis primeros viajes a Italia

Sandra Candal

Aquí tienes los diarios de viaje por Italia en 1994 y 2008 durante los que realicé dos itinerarios bastante similares con paradas en Roma, Florencia y Pompeya.

Mi primer viaje a Italia



En el 1995, empezábamos a dar algo de latín en el colegio al que iba en Francia entonces decidieron organizar una excursión a Italia. Gracias una vez más al apoyo total de mis padres allá me iba otra vez de viaje.

¡La verdad es que no sé cómo fuimos capaces de tirarnos tantas horas en autobús! Aún tengo guardado el trayecto: París, Auxerre, Beaume, Mâcon, Lyon, Chambéry, Turín, Ovada, Génova, Florencia, Roma, Nápoles y Sorrento. ¡Qué locura! De Florencia sólo recuerdo quedarme fascinada por los colores de la ciudad. Eran unos días soleados y me pareció una ciudad tan alegre, tan bonita. Subimos cómo no a la cúpula de Santa María del Fiore y a fecha de hoy creo que no recuerdo ninguna ciudad tan preciosa vista desde arriba. Visitamos también el museo de los Uffizi y sólo recuerdo alucinar con absolutamente todo. El David de Miguel Angel, el Nacimiento de Venus de Boticelli… En aquella época, aún era muy joven, y no había estudiado arte y aún así me vi totalmente sobrecogida por lo que veía.

Más de lo mismo al visitar Roma. El Coliseo me pareció tan inmenso… El Foro romano dejándonos muy en mente todo lo que aquel Imperio había llegado a ser… 

Pero al fin llegó el momento tan esperado para mí y la razón por la que les había pedido a mis padres ir a este viaje: Pompeya. Mi madre me solía dejar a veces por las tardes con una vecina encantadora, Madame Robin. Aquella señora me fascinaba porque era una persona extremadamente culta y que sabía alimentar sin cesar mi sed por aprender. Me hablaba de sus viajes, me daba clases de historia, me prestaba libros… Aún recuerdo el momento en el que me habló de la trágica historia de Pompeya, de aquella erupción del volcán Vesubio que había enterrado vivo a todo un pueblo en el año 79 d.C. A partir de aquel momento empecé a soñar con aquel lugar y por suerte, siendo yo tan jovencita, se me ofrecía la oportunidad de ir allí… Esta visita no me defraudó en absoluto. A día de hoy creo que es uno de los sitios que más recomiendo a toda la gente que me pregunta dónde viajar. Realmente es un lugar sobrecogedor, con una energía muy especial e increíble para los amantes de la historia. Muchísimo más impactante en mi opinión que Roma. Tras la visita a la ciudad fantasma, como guinda en el pastel, nos llevaron de excursión para ver el Vesubio de cerca. Aún conservo un trocito de piedra volcánica y aún recuerdo al guía, que por irse de listo, casi cae dentro del cráter. A la noche volvíamos a nuestro pequeño hotel de Sorrento, antes de emprender el camino de vuelta. Recuerdo aún el lugar porque salía agua natural con gas de los grifos. Imaginaos qué risas ducharse o lavarse los dientes con esa agua, jejeje.

A día de hoy, creo que este viaje fue el detonante, la razón por la que a partir de aquel momento creció mi deseo por viajar…

Mi segundo viaje a Italia



En 2008, el grupo Sardiña me volvió a brindar la oportunidad de volver a visitar Italia. Catorce años después repetía prácticamente la misma ruta que había hecho con 14 años… Nuestro hotel en Roma se encontraba cerca de la estación de Termini y gracias a una vieja guía empezamos con buen pie nuestro viaje: a unas manzanas de allí descubríamos la Trattoria Angelo con comida casera y a muy buen precio. Sigo soñando con aquellas pizzas, ñoquis y pastas. Mmmm… Visita nocturna a la Fontana di Trevi para empezar el viaje. Volví a tirar la moneda con la esperanza de volver a Roma. 🙂  Esta vez visitamos la iglesia de Santa María de la Victoria con el impactante Extasis de Santa Teresa de Bernini, la iglesia de San Pietro in Vincoli con su Moisés de Miguel Angel tan realista que parece que se va a levantar de un momento a otro… También acudimos a la Galería Borghese con las increíbles obras de Bernini, Caravaggio y Tiziano entre otros. El renacimiento y el barroco italiano en todo su esplendor. El Coliseo Romano me pareció distinto, más imponente pero también más sucio que durante mi primera visita, en cambio, el Foro Romano mucho más grande y cuidado. Visitamos los Museos Vaticanos que no había visto durante mi primera visita.  Es realmente abrumador la cantidad de arte que puede concentrarse en un espacio tan pequeño. Acabas simplemente mareado. La famosa Capilla Sixtina no me defraudó. Lo que sí me sorprendió es que a pesar de estar terminantemente prohibido sacar fotos o grabar videos, nada más cerrar las puertas, el grupo «reducido» de personas que había entrado empezó a «disparar» a lo loco. Yo me limité a utilizar mi cámara de vídeo como  prismático y observar esta obra maestra al detalle. La maestría de Miguel Angel es soberbia pero aún más cuando uno de da cuenta de las proporciones. Al entrar en la Basílica de San Pedro las letras de la cúpula y el increíble baldaquino de Bernini no recuerdan el poder de la Iglesia y lo insignificantes que somos. La visita a la cúpula realmente merece la pena ya que se puede ver todo Roma con la plaza de San Pedro a nuestros pies. 

Florencia: esta vez sólo hicimos un breve recorrido por la ciudad y visitamos el interior de Santa María del Fiore. No disponíamos de mucho tiempo para visitar la galería de los Uffizi así que esta vez me decanté por pasear por la ciudad y tomarme un delicioso gelato en el puente Vecchio.

El impacto que había causado Pompeya en mí durante la primera visita permanecía vivo pero ahora ¡veía otro tercio más de la ciudad! Las excavaciones en 14 años habían avanzado: las calles parecían ahora infinitas, muchísimos objetos pequeños habían sido encontrados, ordenados y categorizados, las termas habían sido reconstruidas (durante la primera visita sólo había visto los mosaicos del suelo), se había desenterrado el antiguo prostíbulo, se habían replantando plantas de vid que se habían salvado…

Lo que está claro es que la riqueza artística y monumental de los italianos parece infinita así que creo que aunque tuviese que volver a repetir, lo haría de nuevo encantada. Parece que uno nunca tiene suficiente tiempo para disfrutar de todo Italia.

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